La realidad olvidada

La realidad olvidada

Andrés sonreía al mencionarlo en cada anécdota. El recuerdo del viejo colegio se alimentaba de alegría pasada y destellos de emociones contenidas. Corredores plagados de juventud alborotada se multiplicaban como un enjambre en armonía.

 

Se negaba a regresar. Prefería atesorarlo como un mundo de fantasía, un lugar ideal donde todo brillaba en un sinfín de sonrisas compartidas. Diecisiete años debieron pasar para que vuelva a poner un pie en aquel sitio largamente evitado. Bastó un segundo para que ese mundo feliz se derrumbe en un instante fatal. El corredor, vacío y silencioso, se asemejaba más al pasillo de un hospital abandonado que a un colegio. El verde abrumador de las paredes y el piso trató de devorarlo. La tenue luz no consiguió más que respirarle en la nuca a una oscuridad implacable.

 

Un sonido amortiguado lo sobresaltó. Quiso huir, pero en cambio avanzó hacia el origen. Pasos mecánicos y susurros en el viento lo llamaron desde el final del pasillo. Se detuvo a mitad de camino, paralizado al tomar conciencia de lo que le esperaba. Una realidad olvidada, un instante perdido en el infinito. Retomo el camino y dobló la esquina. La oscuridad se hizo total.

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